Tengo un poema en mi mente,
no se si quieres leerme.
No aparecen palabras bonitas,
de tanto sexo las desgasté.
Pero no entiendo a esos
que han convertido en un oficio
saludarnos con abrazos,
y en la otra mano una escuadra.
Si me demostraran,
aunque fuera por una sola vez
que aquello vale la pena;
les aconsejaría medir también el cielo y el mar.
Estoy en el climax del placer,
en lo más burdo,
cuando no sientes ya ruido…
pero no quieres acabar nunca.
Mundo de lo que quieres que sea,
sólo ponme atención:
¿te has sentido alguna vez?
¿te has sentido alguna vez ser?
¿te has sentido alguna vez sentir?
Ya que más no sé.
En este instante debería gritar.
Que, si a este chascón lo pillaran,
por cualquier lugar,
a nadie le importará,
verlo o no muerto.
Méteme el dedo en la boca
y te haré gárgaras de fecas.
Buscar atención no es lo mío,
me disculpo:
sólo fue un percance,
sólo quería recitar un poema,
que nunca existió, pero quise hacerle un luto.
Mientras la mayoría nada más
intentaban dejar huella…
y se pisaron entre ellos.